jueves, 29 de noviembre de 2012

Recortables 2.0


¿Quién no ha jugado alguna vez de niña a los recortables? Para quien no lo haya hecho, explico aquí qué eran esos “recortables”: unos libritos de varias páginas, en el centro de las cuales había pintadas una figura (generalmente femenina y aniñada, nada que ver con el posterior referente de muñeca, la Barbie) y varias prendas de ropa con solapitas. Había que recortar con mucho cuidado la figura y las prendas de ropa, con especial atención a las solapitas, que eran las responsables de que la ropa se mantuviera sujeta a la modelo.

Hoy día no se ven mucho, aunque en los escaparates de alguna librería o papelería de aire antiguo sí es posible encontrarlos. Hoy existen juegos similares pero hechos con imanes. Sin tener nada en contra de estos, quizá defiendo los antiguos recortables por dos motivos: uno, que favorecían enormemente el desarrollo psicomotor; dos, porque, al contrario de lo que suele suceder hoy en día, el disfrute del juego implicaba un trabajo previo, un esfuerzo, que era parte de la satisfacción posterior. No había juego si previamente una no se había tomado la molestia de recortar cada pieza. Perdonadme si sueno antigua —a fin de cuentas, entro pronto en la cuarentena y eso se tiene que notar— pero parece que en la actualidad queremos tenerlo todo sin esfuerzo: aprender inglés sin esfuerzo, adelgazar sin esfuerzo, practicar todo tipo de deportes virtuales sin esfuerzo (gracias a inventos como la Wii). No se puede conseguir nada que merezca la pena sin al menos algo de esfuerzo; el grado de esfuerzo ya depende de la capacidad de cada persona  en relación con el objetivo que se proponga conseguir.

Pero  volviendo al asunto de los recortables tradicionales, un juego que a mí personalmente me entretenía muchísimo de pequeña, me he encontrado a mí misma reviviendo una suerte de diseño de recortables con ayuda del ordenador (“recortables 2.0”). Cuando por motivos de trabajo paso mucho tiempo sentada frente a este aparato, llega un momento en que me saturo. Y, claro, para evadirme entro en internet. Y al entrar en la página que visito más habitualmente, me saltan enlaces a webs de venta de moda online. Y no me puedo resistir a entrar…

Pero las visito no con la intención de comprar sino de crear composiciones de ropa y complementos que me encantaría vestir pero que ciertas limitaciones me lo impiden. Me imagino a mí misma como la muñequita protagonista de los libritos de recortables y me voy de compras virtuales. Me traslado temporalmente a fugaces vidas paralelas donde toda la ropa me sienta bien, donde no existen la flaccidez, la celulitis, los espejos, las papadas ni las tallas más allá de la 42… En esas vidas paralelas voy al cine y al teatro, como y ceno en restaurantes, acudo a presentaciones de libros, voy a conciertos… Y lo más insólito: mi peinado siempre es perfecto, ¡algo que en esta vida del día a día real nunca va a suceder!

Ahora que parece que entramos en invierno definitivamente, me apetece despedirme del otoño con un conjunto elegante: un precioso vestido verde entallado y con drapeado a la cintura, con dos posibles combinaciones de chaqueta/chaquetón, zapatos y bolso.  Me voy a ver una exposición y después a comer con una amiga. ¡A que voy divina!

 

1 comentario:

  1. Belén préstamelo, me encanta. Con los zapatos verdes y la gabardina crema, uf!. El problema es como corro yo detrás de mi pequeña dinamita con esos taconazos, y el vestido demasiado estrecho para estar agachandome. Bueno unos jeans, sudadera y converse también me valen. Pero eso sí el café contigo preciosa.

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