El asunto de la maternidad y el instinto maternal afectan a
las mujeres, tanto si lo viven como un sueño o un deseo por realizar como algo
que no sienten en absoluto como parte de ellas.
Tengo amigas que son madres y que deseaban serlo sin
dudarlo. Tengo amigas que han llegado a la maternidad de forma accidental y
ahora se alegran infinitamente de aquello que comenzó como un error, o al menos
en un momento inoportuno. Tengo también amigas para quienes la vida ha planeado
otro tipo de vida alejada de los asuntos maternales. ¿Y qué problema hay?, me
diréis. El problema es que con este último grupo de mujeres la sociedad se
muestra bastante incomprensiva, cuando no intolerante… Pero, ¿siempre?
Conozco varios casos, entre ellos el de la mujer que aborrece
a los niños y no puede soportar verlos ni oírlos. Este caso, particular y
conocido de primera mano, es el de una mujer que cuida su aspecto hasta el
último detalle, que es una diosa sexual y que causa sensación entre los hombres
allá por donde pisa. Ante este caso la presión social está dividida: muchas
mujeres sentimos cierta animadversión hacia ella ya que pone de manifiesto
muchos de nuestras frustraciones; los
hombres sin embargo, la admiran, la siguen, la desean y se felicitan porque
existan mujeres así a las que ni el embarazo ni la lactancia ni la ajetreada
vida maternal vayan a lastrar ni su belleza ni su poderío sexual.
Conozco también el
caso más habitual de mujeres sin instinto maternal que llevan un estilo
de vida más ordinario (dicho en el mejor de los sentidos). Algunas de ellas,
especialmente llegadas a ciertas edades, sí han sentido la presión de la
sociedad, hombres o mujeres, que insistentemente les han preguntado si no
tienen hijos y que por qué. ¡Como si eso fuese de su incumbencia!
A mí me gustaría romper una lanza a favor de ellas, pero no
porque piense que son un colectivo desfavorecido, débil o algo similar. Al contrario,
se necesita valentía para afirmar, como mujer, que no se tiene instinto
maternal ni deseo de tener hijos y vivirlo con normalidad. ¿Por qué, todavía en
el siglo XXI, se ha de medir a las mujeres por este instinto? ¿Qué temor, qué
envidias provocan el que se trate a estas mujeres como bichos raros?
Vuelvo a decir que son muchos los casos que conozco y en mi
opinión una mujer que no tiene instinto maternal lo primero que tiene que hacer
es tenerlo claro y no atender a presiones, y en segundo lugar, no tener hijos.
Del mismo modo que una mujer a la que no le gusta estudiar, lo mejor que hace
es no estudiar, o un hombre al que no le guste el bricolaje o limpiar el coche
hasta dejarlo impoluto tampoco debe dedicarse a estas tareas. Y, naturalmente, del mismo modo que si a una mujer le atraen
sexualmente las mujeres, es con ellas con quien debe establecer sus relaciones
afectivo-sexuales.
Porque el hecho de que una mujer quiera o no quiera no tener
hijos no implica que esta sea un ogro devoraniños. Algunas sienten un gran amor hacia su
profesión, otras un gran amor hacia la naturaleza y los animales, otras tienen
un gran espíritu solidario y se dedican a asuntos humanitarios… Es decir que el amor, ese sentimiento que todos
hemos conocido alguna vez (como hermanos, padres, hijos, hermanos, amigos,
parejas…) es el motor que guía el mundo y me sorprende que tan a menudo no
seamos capaces de reconocerlo cuando lo tenemos delante. Una mujer sin instinto
maternal es tan apta para el amor como cualquier otra persona.
Si fuésemos capaces de comprender algo tan sencillo como
esto, si dejásemos de convertir en problemas cuestiones que simplemente son
formas distintas de entender y sentir la vida y que no hacen daño a nadie, el mundo sería un
lugar mucho mejor donde vivir.